lunes, 10 de diciembre de 2007

Mi camiseta del Che

Tengo una camiseta con la famosa imagen del Che ¿Por qué le tengo tanto cariño si la tiene medio mundo?
El retrato de Ernesto «Che» Guevara tomado por Alberto Korda es la imagen más reproducida en la historia de la fotografía. Los usos de esa imagen han sido tan diversos como la cantidad de soportes que la contienen –ceniceros, camisetas, tatuajes, grafitos, marcas de cerveza, pins– y está repartida por cualquier rincón de la geografía planetaria. Se trata de un fetiche de consumo global que ha adquirido vida propia, más allá del personaje que lo inspiró, y comenzó su andadura a partir de la muerte del Che y de las convulsiones del 68. El rostro del Che, hoy ubicuo, inspira todavía las lecturas más dispares, y es capaz de unir a contestatarios y estrellas de Hollywood, revolucionarios y top models, alternativos y vendedores de baratijas, artistas consagrados y grafiteros anónimos, nostálgicos del comunismo y ultras del fútbol...

La fotografía original de Korda.

Esto viene al caso porque he estado leyendo el libro/catálogo “Che! Revolución y Mercado” publicado a raíz de la exposición que puede verse hasta el 20 de enero de 2008 en el Palacio de la Virreina (Barcelona).
La exposición, concebida por la crítica y comisaria inglesa Trisha Ziff, hace un recorrido desde la foto original hasta la fetichización más absoluta sufrida por esa imagen en nuestros días. Durante años de investigación, Ziff ha concebido un proyecto en el que se recogen unas trescientas piezas, firmadas y anónimas, que refuerzan o pervierten la foto original tomada por Korda el 5 de marzo de 1960 en La Habana, bajo el título original de El Guerrillero Heróico.
El catálogo está muy bien y leyéndolo pienso en las contradicciones que generó esta imagen, sobre todo la polémica por los derechos de explotación. Por un lado el activista político y editor italiano Giangiacomo Feltrinelli y por el otro Alberto Korda, autor de la fotografía original. Tal vez, los dos traicionaron la esencia del comunismo, uno se enriqueció vendiendo posters y el otro quiso hacerlo. Ya lo decía mi abuelo: “En la guerra todo era de todos, pero el que no tenía tabaco no fumaba”.
Korda nunca recibió uno de los carteles basado en su foto.

Mi camiseta la compré en La Habana y entre otras cosas me recuerda uno de los muchos viajes que he hecho con un gran amigo (los viajes bien acompañado son los mejores). Gracias Carlos.

Carlos en La Habana, agosto de 2005.

2 comentarios:

álvaro ortiz dijo...

y yo en barcelona y sin haber visto la exposición...

Anónimo dijo...

Y yo en barcelona sin haber visto, tampoco, la exposición...

Gracias, Alberto, por el recuerdo. Por aquel bonito viaje de Chevrolets con sistema de goteo, playas de coral y Santa Clara y el Ché.

Un abrazo,

Carlos